La mirada corta o sesgada

La licenciada en Economía, Master en Finanzas y postgrado en Agronegocios, Iris Speroni, calificó (o descalificó) a la Economía Social y Solidaria como “un artilugio para no pagar impuestos ni respetar leyes laborales”.

Así se expresó en un extenso artículo publicado en el sitio agritotal.com, propiedad de The New Farm Company S.A. La corporación concentra múltiples actividades vinculadas a los negocios inmobiliarios, organización de eventos y medios de comunicación.

Haciendo varias referencias a las medidas para el desarrollo que están incluyendo al sector, Speroni cita como ejemplo para sus afirmaciones, a las cooperativas textiles, sobre las que dice “no respetan los convenios colectivos del sector, ni en el monto de los sueldos, ni en el pago de las cargas sociales, ni en las normativas de protección del trabajador. En algunos casos ni siquiera se respetan las normas de seguridad laboral”.

Producir a pleno

La divulgadora parece desconocer los distintos modelos de organizaciones asociativas y el resultado efectivo sobre todos los estadios de las personas que integra una entidad. O sea que su texto tendría una mirada corta. Podría exhibirse, sólo como uno de los tantos modelos, lo que sucede en el Grupo Cooperativo y Mutual Devoto, cuyas plantas de producción están trabajando a pleno, con turnos para cubrir las 24 horas del día. Y que ni siquiera tuvo necesidad de acudir al Aporte al Trabajo y Producción que puso a disposición el Estado nacional.

La economista no ahorra definiciones sobre las organizaciones de producción, asegurando que “pueden vender más barato porque evaden impuestos”. Así, sintetiza que la “ventaja de la Economía Social en Argentina es el no pago de impuestos, el trabajo en negro y los regímenes especiales”.

Esto es falso, porque las entidades no evaden impuestos sino que están exentas de algunos tributos precisamente por su finalidad; no todos, porque hay estados provinciales y municipales que aplican gravámenes aun inconstitucionales. Y además, las exenciones sirven para trasladar a los 28 millones de asociados que hay en el país, precios por servicios que en el segmento lucrativo no se podrían conseguir. Y ni hablar de otras prestaciones que en términos monetarios arrojan pérdidas netas a las instituciones, como los complejos turísticos propios, las actividades culturales, educativas y de salud.

Dimensión desconocida

La autora del artículo expresa su anhelo en la conclusión: “Hay que eliminar los impuestos al trabajo, bajar los impuestos a la intermediación y comercialización y perseguir el contrabando (…) Con eso, la Economía Social desaparece, porque desaparece su razón de ser”.

La Master tampoco quiso privar a sus lectores de exponer las emociones que le produjo escribir el resultado de lo que, según su propia opinión, fue una investigación (sic) del tema (una de sus fuentes citadas fue Wikipedia). En esas líneas afirma que se sintió “ingresar a la dimensión desconocida, a un universo paralelo”. Y sin más, arroja: “Es un supernegocio. Con cátedras ad-hoc en las universidades, institutos, becas, subsidios, puestos en intendencias, provincias y nación”.

Para que se cumpla su deseo que la Economía Social y Solidaria desaparezca, Iris Speroni  podría agregar que con eso, desaparecerían los 33.326 puestos de trabajo directo, registrados en relación de dependencia y los 9 mil millones de pesos de excedente que arrojan sólo las mutuales y que se vuelcan a la economía real. Y en cuanto a la interrelación entre el Estado y las entidades, es gracias a eso que en muchas ciudades argentinas, la combinación de mecanismos entre municipios y mutuales, permitió otorgar auxilios financieros con tasa cero a miles de pequeños comerciantes afectados por los efectos del aislamiento social durante la pandemia. Y que por virtud precisamente de su razón de ser, el asociativismo fue el medio para que cinco mil productores cooperativizados completen la cosecha de uva a través de una prestación financiera de mutuales.

La aparición de escritos como el presentado por esta profesional de la ciencia económica, son una invitación a dar respuestas que abundan y visibilizan al sector. Las organizaciones incluidas en la llamada Economía Social y Solidaria, la asociación de personas que autogestionan sus recursos para satisfacer necesidades, evolucionaron en el mundo entero, incluso con mucha fuerza en países que algunos toman como modelos de industrialización y libre mercado. La incidencia del sector asociativo en todas sus expresiones sobre las economías, se traduce en cifras ineludibles. No existe la evasión fiscal mencionada ni mucho menos responsabilidad por los males de un estado. Quizás en el fondo del deseo que el sistema solidario desaparezca, se oculten otras intenciones, que nada tienen que ver con lo ideológico, sino con la necesidad de tomar esa masa de 28 millones de asociados consumidores. Y esto, sería una mirada sesgada.

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