El 2 de abril es el Día Mundial de Concientización sobre las personas con Autismo. Sin embargo, quienes tienen autismo, sus familias y amigos, visten de azul a diario, los 365 días del año.
El autismo en las mujeres
Romina Zejdlik es cordobesa, vive en la localidad de Alta gracia. Es docente y tiene cuatro hijos. Es mamá de Lázaro, un niño con autismo, y hace un año ella recibió el mismo diagnóstico que su hijo.
«Siempre hablé del autismo de mi hijo como algo ajeno a mi persona, Hasta que comencé a leer sobre autismo en mujeres y me sentí tan identificada que decidí comenzar el proceso diagnóstico. Suena fuerte decir: soy autista porque la palabra «autismo» tiene una connotación estigmatizante en una sociedad que sólo relaciona el autismo con niños, con varones, con genios o personas con retraso mental. Es hora de que desmitifiquemos. Las mujeres adultas autistas también existimos y no tiene nada de malo serlo», reflexiona Romina.
Hoy, a un año de haber sido diagnosticada, Romina se siente aliviada pero reconoce que el proceso no fue fácil porque le implicó viajar hacia el pasado y reencontrarse con etapas duras y poco felices de su vida.
«Siempre me costó encajar aunque no se notara, siempre me sentí rara entre los grupos de pares, siempre me resultó difícil conservar amistades, siempre me culpé demasiado por cosas que decía o hacía aunque no fuesen graves, siempre fui muy autoexigente e implacable conmigo misma, siempre tuve intereses restringidos y obsesiones con ellos, siempre me molestaron las injusticias tremendamente, siempre tuve altos niveles de ansiedad y dificultades para detectar mis emociones y regularlas. Pero desconocía por qué me pasaba todo eso», recuerda.
La experiencia al servicio de los demás
Para Romina, la discapacidad está presente en todas las áreas de la vida. Por eso, inspirada en su hijo, se capacitó en derechos de las personas con discapacidad con el objetivo ayudar a otras personas a partir de su propia experiencia.
Fue así como creó la «Fundación Por la Inclusión Plena» y escribió dos libros que reflejan su vida: «Transformar el vuelo, relatos de una mamá TEA» y Auténticos».

La empatía no puede enseñarse, pero si podemos inspirarla. Cuando una historia nos toca una fibra íntima, cuando nos llega al corazón, cambiamos. Y eso que cambia es para siempre y muchas veces es contagioso. «Poniéndome en tus Zapatos», es una de ésas historias.
Poniéndome en tus Zapatos, Poema de un niño con autismo para su mamá. Mamá, en este 2 de Abril, yo te quiero agradecer, por traerme a este mundo "extraño", según mi modo de ver. Muchos creen que es distinto al mundo en el que vivo yo; sin embargo es el mismo, puedo explicarselos. Quizá nadie comprende que mis sentidos están alterados, el "vestibular" y el "propieceptivo" de los cuales poco han escuchado. Por eso, aveces yo giro Siempre sobre el mismo eje, Y también hago equilibrio o trepo por las paredes. Por eso, aveces huyo de los lugares con ruidos, agacho la cabeza y me tapó los oídos. No crean que yo estoy loco, Todos tenemos locuras, algunos las muestran poco, yo en cambio no las escondo. A mi me gusta disfrutar del mundo al igual que a todos, creen que no sé jugar porque mi juego es "particular". Yo juego a mi manera, haciendo siempre lo mismo, ¿Acaso no me divierto? ¿"Estereotipia" le han dicho? Mamá, yo los amo tanto que no lo puedo expresar, por eso, mucho no hablo, me cuesta socializar. Quizá la gente me vea frío, también insensible, ¡Qué prejuicio más sonso! Habrá que volver a decirles. Mamá, yo quisiera que la gente se pusiera en mis zapatos, que me acepten en la escuela, Y que no me juzguen tanto. Que el sistema educativo entienda que "mis tiempos" son otros, que no me comparen al resto Ya que aprendo más lento. Que ya no me subestimen, tampoco me sobrevaloren, que comprendan, soy un niño sin rótulos ni condiciones.. Que sepan pueden aprender Tanto yo de ellos como ellos de mi ¿Acaso son sólo maestros los que enseñan a vivir? Mamá, quisiera no tengas que batallar ante la Obra Social; que respeten mis derechos de los que siempre te oigo hablar. Mamá, ¿por qué me tengo que amoldar a la sociedad actual? ¿Qué esperan ellos de mi, que yo no les pueda dar? Mamá, valoro mucho tu lucha pero no te desgastes tanto, guardate un poco de fuerzas que sé que tenés para rato. Mamá me pongo en tus zapatos, vos te pones en los míos, Dios conoce mi camino, no le soy inadvertido. Él sabe de tus oraciones y tus noches sin dormir, pero ten en cuenta algo, Yo soy feliz así. De Romina Zejdlik, "Transformar El Vuelo".
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