C5N y su pueril excusa para despedir a Tomás Méndez

POR: NÉSTOR PÉREZ (*)

Lamentablemente, los periodistas se han (nos) hemos impuesto como referencias políticas, cuando deberíamos ser observadores críticos de quienes tienen legitimidad para maniobrar en el terreno de los negocios públicos; no somos la información, la damos; al menos eso se supone que hagamos.

Tomás Méndez fue despedido por C5N, el negocio mediático de empresarios kirchneristas, en un giro extraño con respecto a toda la oferta periodística del grupo Indalo, donde lo que no faltan son embestidas políticas en formato propaganda (sí, al modo de todo el grupo Clarín, La Nación y otros, naturalmente).

Cristóbal López, propietario de C5N.

Hay algo oscuro que nunca sabremos, es demasiado pueril el argumento del escrache, cuando es el escrache un instrumento legitimado por numerosos colectivos, entre ellos el de los Derechos Humanos, en ocasión de la pausa que la política impuso a las causas de la represión ilegal luego de los históricos juicios a las Juntas en los ‘´80.

Aquel espacio vacío de sanciones que duró hasta que se reactivaron las causas por la represión ilegal de la dictadura cívico-militar fue ocupado por el escrache, encontrando en ese accionar cívico, si claramente no una sustitución de justicia, al menos sí la repulsa social, balsámica en términos de reparación y memoria.

Repudio por el despido

Como quiera que haya sido la causa de la desvinculación, al periodista lo dejaron cesante, sin trabajo, y eso debe ser repudiado si nos consideramos sujetos del campo popular, porque entre Cristóbal López, dueño, y Tomás Méndez, empleado, el brazo “armado” es el del poderoso dueño del canal oficialista.

No puede haber doble vara para situaciones como estas; si se trata de los “nuestros” la metralla es escarmiento; y si es de “ellos”, “homicidio calificado”.

Patricia Bullrich, presidenta del PRO

Paso en falso si los hubo en la política oficialista de gestión del discurso – este gesto de C5N – pedirle disculpas a una dirigente pendenciera como Bullrich, cuyo nervio motor es la descalificación y la mentira, no sólo es un exceso, es además un recurso impostado y como tal in creíble para una opinión pública ávida de tropiezos en el oficialismo.

Ojalá llegue pronto la hora en que no se hable de los periodistas…no la veo muy cerca: “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante” (Richard Kapuscinsky).

(*) Periodista y escritor.

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