Los dragones de la política

POR:NÉSTOR PÉREZ (*)

«En esta guerra, Argentina necesita un ‘comando’, no un tibio en el Senado”. “Hay distintos roles, como en la guerra: hay es el momento de los ‘comandos’, de los entrenados para romper las líneas enemigas”…Florencia Arietto/Juntos por el Cambio.

“El gobierno tendría que hacer una revolución armada para terminar con eso” (la pobreza) Raúl Rizzo/kirchnerismo inorgánico.

El clima social arde

Cuando el clima social se calienta en extremo, en la fragua de una economía frágil, volátil, dependiente y asfixiada por la pandemia en curso; cuando la justicia no ampara sino a los poderosos, mostrándole los dientes a los nadie y proveyendo al “cuidado” de los influyentes; cuando todo el sacrificio que siempre hace el pueblo argentino para encontrar un horizonte despejado podría de nuevo resultar estéril, por el agobio de las cuentas públicas incontestablemente estresadas por la deuda externa que no da tregua…los referentes de la política y también quienes son escuchados por ser «estelares» deberían ser más cuidadosos a la hora de inflamar de pasión a sus respectivos públicos.

La violencia de los discursos se derrama en una superficie flamígera, alimentando fuegos sin que se advierta ningún otro dispositivo para sofocarlo que no sea la represión, enfundada hasta la hora señalada. Hundidos en el desconcierto, la desesperanza y el miedo al futuro, la mano dura siempre encuentra terreno fértil. La máxima responsabilidad es de los dirigentes, sus cuadros, sus publicistas, cualquiera sea el lugar donde encuentre su plataforma de acción. 

En el mismo sentido, la intención de desaclopar todo impulso por una mínima concordia que le permitiera al ciudadano pensar su apoyo en las próximas elecciones, se inscriben expresiones insultantes sobre los electorados que no son afines al que declara, vaciando en el molde de la incoherencia su vocación democrática.

Ataque al otro

“Los cordobeses son todos unos…” “El populismo solo quiere obediencia porque son…” “Solo no nos votan los odiadores…” Atacar al conjunto de la sociedad porque no elije “obedientemente” en el sentido esperado por quien sea, es estúpido y profundamente reaccionario. Lo afirma el cronista para quien la “institucionalidad” se parece cada vez más a un instrumento de domesticación como los usados hasta el hartazgo por las democracias liberales; no es esta una escritura exenta de desaliento.

Por la misma razón, como hurgando en la espesura del pensamiento político de la hora actual, es que reprueba el autor la desmesura dialéctica de quienes deben dominar una encrespadísima escena; no lanzar fuego por  la boca cual dragones metafísicos, para que otros afronten las consecuencias. 

“Creo que la política vive una doble crisis: de representación pero también de gestión y decisión (…) Este camino de la deslegitimación, coloca a la política tradicional frente a la percepción ciudadana en una situación de orfandad tremenda, porque no sólo aparecen como ineficientes, sino que aparecen como ladrones, como explotadores, retomando la vieja idea que se tenía sobre las clases económicas”…E

El intelectual Juan Carlos Portantiero interpretaba así, veinte años atrás, el desasosiego colectivo. Se vivía entonces la debacle del sistema. ¿Quién hoy podría afirmar que la sociedad no alimenta rencores semejantes?

(*) Periodista y escritor.

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