¡Decimos basta!

Trabajadoras y trabajadores de Prensa protestan frente al Doce TV, en la ciudad de Córdoba.
POR: MARIANA MANDAKOVIC (*)

En el marco del Primer Congreso Nacional de Periodismo, celebrado en el año 1938 en Córdoba, se estableció conmemorar cada 7 junio nuestro día: el de las y los trabajadores de prensa.

Así preferimos que se nos mencione; no sólo como periodistas sino principalmente como trabajadores. Porque nadie más que nosotros sabemos que las palabras escritas, oídas o vistas significan y el valor de reconocernos trabajadores no es un detalle menor.

Primero, porque visibilizamos a todos los que participamos en la cotidiana producción de la información: fotógrafos, diagramadores, administrativos, productores, cronistas, camarógrafos, etcétera.

Segundo, porque reconocernos como trabajadores nos iguala socialmente y nos permite tomar conciencia que vendemos nuestra fuerza de trabajo como cualquier otro trabajador o trabajadora. Se la vendemos al capital, en nuestro caso a los dueños de los medios con los que discutimos nuestra paritaria.

Y mientras los capitalistas de los medios nunca dejan de enriquecerse las y los trabajadores de prensa hemos sido los más castigados. Desde hace décadas.

Las trabajadoras y los trabajadores de Prensa («sin prensa») salieron a la calle para comunicar sus reclamos. Cobran salarios de pobreza.

Hoy para ellos nuestro trabajo no vale nada. Sólo así podemos comprender que mientras informan por todos sus medios que la inflación va a superar el 70% anual nos ofrecen porcentajes muy lejos de esa realidad.

Somos pobres

Una reciente encuesta realizada por el Sipreba (Sindicato de prensa de Buenos Aires) da cuenta de cómo está siendo desbastada nuestra actividad. Cerca del 50% de las y los trabajadores de prensa cobra por debajo de la línea de la pobreza del Indec; un 50% tiene más de dos o tres empleos y el 80% reconocen que esta situación tiene que ver con que el salario no les alcanza para vivir.

El 93% de las y los encuestados indicaron que incrementaron la cantidad de trabajo que realizan pero no sus salarios. En el caso de las compañeras, un 49% ven muy afectada su actividad laboral por las tareas de cuidado contra solo el 33% de los varones. Y en el caso de teletrabajo más del 80% de quienes lo realizan no cobran ningún plus por los gastos extras de internet, luz, celular, mobiliario, computadora, etcétera.

Las cifras son más que elocuentes y afectan por igual a todas y todos los trabajadores de prensa del país. A esto hay que sumarle la flexibilización laboral de la mano del monotributo y el trabajo en negro.

Derechos, en riesgo

Las condiciones de vida de las y los trabajadores de prensa no son sólo un problema de nuestra actividad. Nos toca también denunciar que con trabajadores en estas condiciones se pone en riesgo permanente el derecho humano a la comunicación y por ende la libertad de expresión; pilares fundamentales para la consolidación de la vida democrática del pueblo.

No hay libertad de expresión posible con salarios de hambre, con condiciones de trabajo paupérrimas, con episodios permanentes de violencia de género y acoso laboral en los lugares de trabajo.

Por eso este 7 de junio los y las trabajadores de prensa decimos basta.

Basta de tanto atropello; nos cansaron, nos hartaron. No tenemos ninguna razón para festejar. “No queremos regalos, queremos salarios dignos”, expresan los y las compañeros en las consignas que debaten en las asambleas. Sabemos que la única manera de revertir esta situación que nos oprime es fortaleciendo nuestra organización. Esa es la mejor forma de valorar nuestro oficio. La salida, siempre es colectiva. Ese es el camino que elegimos para conmemorar el 7 de junio: el de la dignidad de la lucha. Tal como lo señalara Mariano Moreno, fundador de la Gazeta de Buenos Ayres: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquila”.

(*) Secretaria General del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de la Provincia de Córdoba (Cispren).

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