Tributo al oscurantismo y a la «rosca» en el Concejo Deliberante de Córdoba

POR: NÉSTOR PÉREZ (*)

Una semana más tarde, Miguel Siciliano, el funcionario a quien el bueno de Ulises le pide celebrar su cumple a cargo de la ciudad, volvió a escena. Fue a que lo interpelaran los presidentes de bloque en la comisión de Labor Parlamentaria (LP) del Concejo Deliberante de Córdoba.

Miguel Siciliano, secretario de Gobierno del intendente Martín Llaryora.

La primera curiosidad es que LP nunca interpeló a nadie, porque es la estratégica comisión que arma la agenda, los temas a tratar, organiza.

Lo otro, es que se prohibió el paso a la prensa, en un ámbito público, con funcionarios electos y de los otros, todos con salario pagado por el Estado… porque se trataba de una «reunión privada». Privada de escrúpulos ciudadanos.

«Rosqueros»

Como nadie vio ni escuchó nada, en medio de un desmadre descomunal de las expectativas colectivas, cuando acechan las dudas respecto del proceder de sus dirigentes, es legítimo conjeturar que la Comisión de Labor Parlamentaria brindó el marco adecuado para la “rosca”; esto es, probablemente, diluir los estragos en un par de gestos impostados de amonestación y censura. Control de daños entre oficialismo y primera oposición.

«Nadie pasa porque se trata de una reunión privada», es lo que escuchamos los periodistas, con menos perplejidad que hartazgo.

Si la reunión de un conjunto de personas con cargo estatal, electos y nombrados, para discutir temas de la ciudad, en beneficio del mejor interés para la misma, fuera privada… estaríamos ante el curioso caso de provisión de recursos públicos para que un privado se beneficie. ¿Aceptan que rayaría el peculado, si no lo es lisa y llanamente?… La frase agravia el sentido común de los electores. La cuestión se vuelve inexcusable.

Con la práctica de prohibir a la prensa que mire, escuche y registre, se obtura el derecho ciudadano a controlar a sus mandatarios.

Néstor Pérez

La prohibición de presenciar de manera neutral, y actuar con arreglo a los deberes del periodista, mal podría interpretarse como un gesto virtuoso de la política; se trata más bien de una espada afilada en la piedra de la intolerancia; acero dispuesto para relevar a la prensa de su irrevocable misión: maniobrar con la información y ponerla a disposición de su legítimo dueño, el pueblo.

A no resignarnos

Exponer conductas también es parte de la tarea. No resignarnos a un rocoso estado de situación es una obligación.

Parece una ironía, pero se trata de la portada del sitio web del Concejo Deliberante de Córdoba.

Los parlamentos locales y los funcionarios públicos de toda la burocracia, deben ceser en conductas de esta naturaleza; y recostarse sobre la mejor tradición republicana, desmarcándose de actos tan abiertamente antidemocráticos, de tan profunda fe oscurantista.

(*) Escritor y periodista.

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