Nos encontramos en un momento crucial. La pandemia de Covid-19, con sus enormes impactos económicos, humanos y sociales, se ha sumado al gran desafío de nuestra época: el cambio climático.
Hoy la atención del mundo está puesta en contener la crisis sanitaria; urge como nunca reconstruir las economías, recuperar los empleos y los ingresos.
Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué tipo de recuperación queremos? ¿Aceptaremos el mismo modelo que estábamos implementando antes de la pandemia, o aprovecharemos esta oportunidad para impulsar una recuperación con transformación climática, en la cual avancemos, a la par, en nuestros esfuerzos contra el cambio climático y en la reducción de la huella ambiental en la agricultura?
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los cambios estructurales necesarios para llegar a un escenario de producción carbono neutral al año 2030 en América Latina y el Caribe pueden generar 15 millones de empleos.
Remitirse a las pruebas
Un estudio de Nicholas Stern y Joseph Stiglitz, muestra que, luego de la crisis del año 2008, las medidas de estímulo con enfoque ambiental generaron más empleos y un mejor crecimiento que las alternativas tradicionales.
No podemos seguir pensando que conservar, sustentar y reducir emisiones son restricciones que afectan el desarrollo productivo. La tarea, compleja y necesaria, consiste en identificar las estrategias y las soluciones concretas que nos permitan resolver la ecuación del desarrollo sostenible en sus dimensiones económica, social y ambiental.
En América Latina y el Caribe, hay múltiples ejemplos de esto: En Ecuador, un proyecto de ganadería climáticamente inteligente permitió que mil pequeños agricultores aumentaran en 40% sus ingresos, mejoraran la calidad de los suelos en 40 mil hectáreas, y disminuyeran en 20% sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), evitando la emisión de 24 mil toneladas de carbono equivalente.
En Chile, los Acuerdos de Producción Limpia permitieron a 340 miembros de la agricultura familiar de la región de El Maule aumentar en 15% sus resultados económicos, reduciendo su uso de energía, sus emisiones de GEI, sus residuos y uso de plaguicidas, además de mejorar el uso del agua y el suelo.
Agricultura sostenible
Estos y otros ejemplos son parte de una nueva publicación de la FAO «Hacia una agricultura sostenible y resiliente en América Latina y el Caribe: Caminos para la transformación», que se dio a conocer el 10 de junio, y muestra que la recuperación sostenible de la pandemia y la transformación de los sistemas agroalimentarios es posible.
Si logramos replicar este tipo de iniciativas a gran escala, sin duda generaremos una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medioambiente y una vida mejor.
(*) Oficial de Agricultura Sostenible y Resiliente de la FAO para América Latina y El Caribe.
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